
me dices, tal vez sin pensar,
en los amargos momentos,
que, a sabiendas, me hiciste pasar.
¿Pretendes tropiece de nuevo?
¡dos veces lo pude intentar!
en ambas, me diste veneno,
¿al suicidio me quieres llevar?.
¡Perdona, por Dios te lo ruego,
tal cual yo supe perdonar,
ese tu amor traicionero,
que tan sólo me supiste dar!.
Antes de irte un consejo,
aprende tu a conjugar,
¡amar, es un verbo supremo,
con él no se debe jugar!.
Guillermo Magliarelli